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Yolanda Julia Vacca de Uzal nació el
jueves, 25 de
febrero de 1926 en Necochea, Buenos Aires,
Argentina.
Estudiante y militante radical de tan solo 17 años de
edad, y a pesar de su juventud viuda del Senador de la
provincia de Buenos Aires por la
Unión Cívica Radical Francisco Uzal, que el
21 de mayo de 1953
sufrió la irrupción en su departamento sin ningún tipo
de orden judicial por parte de tres agentes de la
Policía que, tras revisar totalmente sus pertenencias e
intentar que firmara a la fuerza un acta que decía: "Hemos
secuestrado documentación subversiva” en referencia
a volantes partidarios, fue secuestrada del mismo y
trasladada a una dependencia policial para ser luego
alojada en el tercer piso del Departamento Central de
Policía de Belgrano y Virrey Cevallos. Allí, fue
sometida a violentos y repetidos interrogatorios con el
objetivo de recaudar información del atentado con bombas
que tuvo lugar el 15
de abril de 1953 en la estación de subterráneos de
Plaza de Mayo mientras se realizaba un acto de la CGT en
apoyo a la política económica del Presidente Juan Perón.
Por el hecho una extensa lista de dirigentes y jóvenes
radicales como
Roque Carranza y el propio
Raúl
Alfonsín entre otros fueron víctimas de “razias”,
persecuciones y arrestos ilegales. Esa nómina incluía
también a un miembro de la
UCR del cual Yolanda de Uzal, tras el apoyo y
contención que este le había brindado luego de quedar
viuda, se había enamorado y comenzado a tener una
relación clandestina ya que este estaba casado y tenía
familia.
Durante unos 206 días, la gran mayoría de ellos en
carácter de desaparecida, la joven radical permaneció
detenida sin ningún tipo de proceso legal sufriendo en
forma permanente durante ese término infinidad de
golpes, vejaciones, intimidación y violaciones a sus
derechos que incluyeron hasta la tortura con picana
eléctrica con el único objetivo de que diera información
sobre su amante y sobre los supuestos autores materiales
del atentado bombardero del que no tenía conocimiento
alguno. También las torturas tenían como objeto que
firmara una declaración en la que acusaba al ex Diputado
Nacional de la
UCR por Entre Ríos
Silvano Santander y a otros muchos dirigentes
radicales, que ella ni siquiera conocía, de planear una
conspiración para derrocar al Presidente Perón.
Finalmente y tras pasar por varios lugares de detención,
el 12 de
diciembre de 1953, beneficiándose de un restringido
gesto de Perón para aliviar la presión contra la
oposición, algunas de las presas opositoras al régimen
recuperaron su libertad, entre ellas Yolanda de Uzal que
desconfiando de las verdaderas intenciones de su
liberación se exilia en el Uruguay por algún tiempo.
Sus convicciones y la admirable lealtad por su amante la
ha llevado a no revelar la identidad de este tanto en su
detención como tampoco en el relatos de su vivencia
manteniéndose es nombren secreto hasta la fecha.
También Yolanda Vacca de Uzal es autora de los libros: “Juan
Domingo Perón dictador profesional” y “Cuando
Nace El Peronismo 1940-1945”
"La furia me daba fuerzas -recuerda-, tenía mis
convicciones y era, además, una persona enamorada. Así pasé
un mes incomunicada, y de ese mes 16 días sin poder dormir
ni bañarme. Lo peor fueron tres días de interrogatorios
bestiales y vejatorios en la siniestra sección de Orden
Político (la división en la que se había transformado la
temible Sección Especial de tiempos del gobierno de
Uriburu). Los interrogatorios en el Departamento de Policía
habían sido de mañana, tarde y noche, y de todos los
colores. No podía descansar, ni bañarme. Para ir al baño, lo
hacía acompañada por un policía uniformado. Los baños tenían
tabiques que no llegaban hasta el techo. Cada uno tenía sólo
un inodoro, sin más artefactos, y lo que era peor, sin
puertas, sólo una cortina de lona colgando de un barral. Esa
tenue cortinita era lo único que me separaba del policía de
custodia, que permanecía de espaldas. Para higienizarme
tenía que usar el agua del inodoro. Yo sabía que la
policía estaba ahí, y que con sólo correr la cortina me
vería desnuda. Así, enjuagaba apurada mi ropa interior
(no había jabón ni nada), luego la retorcía y me la
volvía a poner. Nunca pude lavarme la cabeza. Yo tenía
el pelo largo hasta la cintura, y una de sus amenazas
más frecuentes era que me raparían."
Texto: Fragmento del relato de
Yolanda Julia Vacca de Uzal sobre su detención en 1953
publicado por el Diario La Nación el 25 de febrero de
2001.
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