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Luis Ramón Arédez Sagues nació el viernes,
22 de noviembre
de 1929 en Ingenio La Corona, Tucumán, Argentina.
Médico pediatra que fue electo en representación de la
Unión Cívica Radical como Intendente de la localidad
jujeña de Libertador Gral. San Martín, también conocida
como Ledesma (1973-1974).
Tras ocho meses gestión al frente de la intendencia, el
gobierno nacional de Juan Perón le solicita la renuncia
acusándolo de “Infiltrado marxista” y con el apoyo del
sindicato de obreros de Ledesma resiste hasta que un
grupo de personas vestidas de civil y ametralladoras en
mano toman la Intendencia y lo desalojon del lugar.
Tanto él como su familia fueron víctimas permanente de
amenazas e intimidación durante esos años. En la
madrugada del 24 de
marzo de 1976 durante un operativo conjunto de la
policía provincial y Gendarmería Nacional es detenido en
su domicilio siendo llevado en una camioneta propiedad
del Ingenio Ledesma conducida por un empleado de la
empresa hasta el penal de Villa Gorriti de la capital
jujeña donde quedaría alojado algún tiempo para ser
trasladado luego en avión al penal de la ciudad de La
Plata hasta su liberación el
5 de marzo de 1977.
Cinco días más tarde llega, sin dinero ni documento
alguno, nuevamente a su hogar en Libertador Gral. San
Martín donde reanuda casi inmediatamente su actividad
profesional. Dos meses más tarde en horas del medio día
del 13 de mayo de
1977 al salir de su trabajo en el Hospital
Escolástico Zegada de la localidad de Fraile Pintado de
Jujuy es secuestrado y desaparecido durante el trayecto
a su domicilio. El vehículo que conducía, un Chevrolet
modelo 1973 con patente de la provincia de Jujuy,
apareció abandonado casi un año más tarde en cercanías
del Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires, pero
de Luis Arédez jamás se lo volvió a tener noticia.
Su esposa Olga del Valle Márquez de Arédez junto a
Azucena Villaflor es una de las fundadoras de Madres de
Plaza de Mayo. Tanto ella como sus cuatro hijos (Olga
del Valle, Teresa Adriana, Luis Ramón y Ricardo Ariel)
continuaron recibiendo llamadas anónimas y amenazas por
muchos años, incluso luego de la recuperación
democrática.
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