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LA J.R. FRENTE A LA RECUPERACIÓN DE LAS MALVINAS.
La Juventud Radical de la provincia de Buenos Aires,
coherente con la posición que la U.C.R. ha sostenido en
materia de política internacional con respecto a la
usurpación de las islas Malvinas, Georgias y Sándwich
del Sur, frente a los acontecimientos de público
conocimiento, ratifica la reivindicación de nuestra
soberanía, pues repudiamos el imperialismo y el
colonialismo, que son formas de dominación que atacan a
la soberanía de las naciones.
Decimos coherentemente, pues durante el gobierno de
Arturo Illia, la Argentina arrancó en el seno de las
Naciones Unidas por primera vez en ese foro
internacional, el reconocimiento de la condición de
territorio ocupado por una potencia colonialista, que
había invadido el archipiélago. Merece destacarse que
este triunfo diplomático fue producto de una política
que en lo interno respetó al hombre, que desarrolló la
cultura y la educación, protegió el aparato productivo
de la nación y sus riquezas naturales, como nunca luego
se hizo y que, en síntesis, convirtió a la Argentina en
una nación soberana digna de respeto en todo el mundo.
Ningún país votó en contra de la Argentina en 1965, en
aquella época regía la soberanía popular, esto es,
gobernaban el país los representantes del pueblo,
funcionaba el Congreso, el poder judicial era
independiente, las provincias eran autónomas: era una
República representativa y federal, había libertad y
democracia.
La soberanía nacional es el ejercicio práctico de del
derecho a la autodeterminación del pueblo en lo que hace
a todas sus manifestaciones: cultura, educación,
política, economía, bienestar, etc.; no agotándose
exclusivamente en la ocupación territorial.
La soberanía que reclamamos sobre las islas del
Atlántico Sur es la misma que queremos ejercer en todo
el territorio de la Nación. Hoy hemos recuperado el
territorio ocupado por la fuerza hace 149 años por los
ingleses, nos queda todavía la inmensa tarea de que el
pueblo argentino ?a través de la plena vigencia de la
Constitución Nacional?. Sea quien rija los destinos de
la Nación y poder ejercer plenamente la soberanía en
toda la extensión de su significado.
Pretendemos ejercer plenamente la soberanía popular, sin
condicionamientos ni límites al disenso, y ejercer en
consecuencia la soberanía nacional sobre todo el
territorio de la nación.
Sin embargo la Juventud Radical no puede dejar de
resaltar que este acto de recuperación se contradice
gravemente con toda la política desarrollada por el
proceso. En efecto, este gobierno avasalló la soberanía
popular ejerciendo la fuerza. Ha prescindido del pueblo
y sus canales de expresión, los partidos políticos. Ha
comprometido ?sin legitimidad alguna- el patrimonio
nacional destruyendo el aparato productivo, provocando
una desocupación de niveles inéditos. Ha expresado su
decisión de entregar el dominio del subsuelo y la
plataforma submarina en favor de empresas
multinacionales.
El régimen militar, igualmente, ha reprimido a los
argentinos que han sufrido la destrucción de sus fuentes
de trabajo, del salario y de la posibilidad que sus
hijos accedan a la enseñanza pública y gratuita, ha
minado las bases del sistema de seguridad social, ha
despreciado la capacidad intelectual y moral de los
argentinos privándolos de la creación y goce del arte y
de la cultura.
El día 30 de marzo de 1982 se abrió fuego contra obreros
desarmados y se llegó a asesinar fríamente a un
manifestante y herir a muchos más por haber cometido el
"delito" de reclamar a las autoridades "Paz, Pan y
Trabajo".
Este aislamiento no se limitó a nuestras fronteras.
También se aisló a de la comunidad internacional
haciéndose acreedor de la peor de las reputaciones,
caracterizándosela como una dictadura fascista. Así, la
justa reivindicación de nuestros derechos soberanos
sobre las Islas ha quedado diluida, entre otras cosas,
por la violación sistemática de los derechos humanos con
su secuela de muertos y desaparecidos, presos y
exiliados.
En este marco, agravado por la imprevisión e
irresponsabilidad gubernativa, se produce el hecho
militar. No se contempló para producir tal hecho el
estado de vulnerabilidad de la Nación argentina,
caracterizado por:
a) Moral del pueblo quebrantada por la crisis social,
económica y cultural, agravada por la corrupción más
grosera que conoció el país.
B) Economía devastada, con sus resortes básicos en manos
extranjeras.
C) Desprestigio internacional del gobierno militar,
considerado como una dictadura fascista en un plan de
expansión militarista.
El pueblo sufrirá los resultados de ésta imprevisión
porque el mayor peso de la crisis sobreviniente caerá
sobre sus espaldas, ya que no se tuvo en cuenta:
a) La reacción de las naciones, europeas y americanas,
fundamentalmente; y las decisiones de los organismos
internacionales como la ONU, la OEA y el Movimiento de
Países no alineados.
B) Las medidas económicas de embargos, bloqueo de
fondos, vencimientos de deuda externa y consecuentes
moratorias, cese de importaciones de material
imprescindible, incluso de uso militar.
Párrafo aparte merece señalar la irresponsabilidad con
que se ha presentado el hecho consumado al pueblo, de
una medida que si bien involucra una reivindicación
territorial sentida y anhelada por todos, no ha tenido
presente la gravedad de la situación del país. Es así
porque:
a) Existe el peligro de la internacionalización del
conflicto.
B) El desprecio a la vida que significa una guerra. Es
oportuno recordar que los constituyentes de 1853
reservaron al congreso nacional la facultad de declarar
la guerra y a la Cámara de Diputados de la Nación
?representantes del pueblo de la nación- la iniciativa
de las leyes sobre reclutamiento de tropas. En cambio
hoy el pueblo es llamado a una guerra sin haber
consultado antes su opinión y es convocado a Plaza de
Mayo a manifestar su apoyo, cuando tres días antes fue
reprimido salvajemente por quienes hoy hablan de la
unidad de los argentinos.
C) Por la utilización de la reivindicación histórica
para paliar el creciente deterioro de y crisis interna
del proceso.
D) Por jugar con el sentimiento patriótico de nuestro
pueblo que siempre ha defendido la soberanía cuando ésta
ha estado en peligro.
Es por eso que la ratificación que el pueblo en su
conjunto, sin distinción de banderías o sectores, ha
realizado, no deberá ser interpretada por las actuales
autoridades como una adhesión a la política
gubernamental ya que el pueblo sigue viendo con
preocupación y angustia a quien lo desconoció como
fuente legítima de poder y ahora lo convoca a enfrentar
una situación que puede terminar en un conflicto armado.
El apoyo que reclama el gobierno ante el hecho consumado
y la eventual agresión británica encontrará la condigna
respuesta popular, pero ella significará también la
exigencia que, de aquí en mas las decisiones sean
tomadas y compartidas por quienes realmente lo
representan. Esta exigencia implica la reafirmación de
lo expresado por la Multipartidaria en orden a la
defensa integral de los recursos naturales y
específicamente de los hidrocarburos, defensa que
significa la irrenunciabilidad de la propiedad de la
nación sobre el subsuelo, garantizando el monopolio de
YPF. Deberá revertirse necesariamente esta política de
hambre y desocupación y deberá volverse al Estado de
Derecho, con la plena vigencia de la soberanía popular.
Dentro de este marco la dictadura militar deberá
mantener informado al pueblo de la república sobre las
condiciones en que se dispone a negociar por vía
diplomática ya que no solo es irrenunciable el
territorio recuperado sino también los derechos
soberanos sobre el mismo, no debiendo permitirse en
consecuencia, que la negociación se traduzca en
concesiones económicas o militares a alguna de las
superpotencias (EE.UU o URSS).
Nos preocupa la acción del gobierno que parece no
comprender la seriedad de la situación y fomenta desde
los medios de comunicación el espíritu belicista, sin
dar las explicaciones del caso y sin importarle qué
piensa el país.
Tanto las declaraciones del gobierno como la
manifestación del sábado 10 de abril son muestra del
objetivo oculto de la medida: ganar espacio político
para obtener una salida fácil y elegante e imponer un
manto de olvido a lo que ellos hicieron desde el 24 de
marzo de 1976 hasta la fecha.
La soberanía se debe defender día a día, en forma
pacífica, pero indeclinable. Hoy parece que quien la
renunció y entregó el orgullo nacional se desespera por
recuperar su imagen a cualquier costo. Hay que mantener
la serenidad que nos impone nuestra conciencia limpia.
No prestaremos apoyo al gobierno militar, no queremos
sumarnos a las voces irresponsables que cantan loas a
las FFAA demostrando una total inconsciencia sobre la
seriedad de la situación actual, ya que éste gobierno
demostró durante 6 años su incapacidad para conducir los
destinos de la Nación.
Solo apoyaremos la acción de defensa nacional pero
participando en las decisiones e imponiendo los cambios
impostergables."
JUNTA EJECUTIVA DE LA JUVENTUD RADICAL DE LA PROVINCIA
DE BUENOS AIRES.
Buenos Aires, 11 de abril de 1982.
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